miércoles, 9 de mayo de 2012

Chagall, el genio del color

El domingo pasado me acerqué a ver la exposición de Marc Chagall al Thyssen.  Hacía mucho tiempo que no me fascinaba tanto ver obra pictórica al natural. Igual que hay genios del dibujo, como lo fue Salvador Dalí, Chagall fue un genio por su percepción y representación del color. 

"Calvario" de Marc Chagall
Calvario

"La habitación amarilla" Marc Chagall
La Habitación Amarilla

Estas dos obras (Arriba "Calvario" y debajo "La habitación amarilla") fueron para mí como dos imanes, que me hicieron detenerme durante un largo tiempo, apreciando con cuanta sensibilidad y destreza utilizó en ellos Chagall su paleta. La verdad es que desmerece mostrar obra de Chagall en formato digital, porque nunca se apreciarán los contrastes cromáticos, y las sutiles variaciones que sumergen al espectador hasta lo más profundo de su obra, haciendo que se pierda en un galimatías de sensaciones indescriptibles. Eso lo tendrá que experimentar cada uno frente a sus lienzos. No sólo me gusta Chagall por los colores que utiliza; también admiro el mundo de personajes y formas tan personal que creó y que son un terrotorio privado que consiguió hacer su firma personal, inconfundible con otros artistas de la época. Admiro la forma en que absorbió y destiló las influencias de las vanguardias europeas para crear su propio lenguaje, superando, para mi gusto, a los fauvistas en la representación del color, y haciendo suyas algunos rasgos del cubismo, que integró en su obra sin llegar a quedarse totalmente con ninguno de los estilos emergentes de la época. Me gusta ver la representación de Rusia que hace Chagall, siempre presente en los picudos tejados de las casas que pintaba, en la nieve, en los violinistas, en los símbolos de sus pinturas. Y todo ello, inmerso en una abrumadora atmósfera cromática que subyuga al espectador y hace que los colores, al slair del museo, se vean más tristes que antes.

Esa percepción del color, esa capacidad de expresar a través de la materia, es tan raro encontrarla en las personas como la capacidad de retratar el mundo mediante trazados: el dibujo. Tan difícil como encontrar a personas con una visión espacial desarrollada. Hace cinco años, encontré perdido en la clase de Plástica del colegio un retrato pintado con témpera. Quizá cualquier otro lo hubiese dejado pasar, o incluso lo hubiese tirado a la basura. Su autor para mí es desconocido (el alumno que lo hizo estuvo en el colegio antes de que yo empezase a dar clase allí), y no debió de gustarle tanto su obra como para llevársela. Sin embargo, a mí me dejó fascinada la utilización del color de este artista (porque debía de serlo para hacer un retrato así), y guardé el cuadro. Tanto es así, que lo tengo colgado en un corcho que tengo aquí, en el estudio donde doy rienda suelta a mi creatividad. Está pintado en un papel, con trazos sueltos y poco cuidados, pero hay algo en él que me fascina. Pocas veces he visto salir la naturaleza de un artista con esta gracia y espontaneidad en la pintura. Contemos con que el autor tendrá entre 12 y 16 años. Uno ve alumnos que dibujan mejor que otros, que han perdido el miedo al lápiz, al papel en blanco, a enfrentarse con la realidad. Sin embargo, es aún más difícil encontrar alumnos que se atrevan a pintar una sombra azul ultramar y cian en un rostro (las sombras también tienen color), que matizan una cara utilizando rojo, y que se dan cuenta de que si el brillo de un ojo es blanco para darle vida, el resto deberá de ser gris. Os dejo aquí el retrato, y juzgad por vosotros mismos. Para mí es un espíritu de Chagall en potencia. Espero que, esté donde esté, no haya dejado de pintar. 

Retrato de autor desconocido
Retrato de autor desconocido

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