sábado, 4 de febrero de 2012

CaDa NoChE

Cada noche, el mismo sueño. Un mono en lo alto de un árbol, indeciso entre dos ramas. La rama de siempre, en la que está sentado, a la que mira con hastío y desprecio. A su izquierda, otra rama, que observa divertido y curioso. El mono está harto de la rama en la que siempre está sentado. Tan harto, que decide saltar a la otra rama, y cambiar de aires. Pero nada más saltar, arrepentido de su hazaña espontánea y alocada, se da cuenta de cuán a gusto estaba en su rama primitiva. ¡Quiere volver y se siente terriblemente culpable de haber saltado a otro sitio! De un rápido brinco vuelve a su rama de siempre, con su angustiosa sensación de culpa.
Este sueño pasaba cada noche por la mente de un hombre, que, en una época crítica de su vida, se sentía aburrido y ahogado por la cotidianidad. Quería aventuras, quería cambios. A costa de ello estuvo a punto de dejar a su familia, a su mujer, a sus hijos. Este sueño le hizo darse cuenta de que su rama de siempre simbolizaba a su familia, y la nueva rama era la vida de aventuras que imaginaba cuando dejaba volar sus pensamientos durante sus tardes de aburrida monotonía. Gracias al análisis de este sueño, el hombre se dio cuenta de que debía de traer la aventura a casa y volver a disfrutar de su familia.
Os preguntaréis de dónde viene esta historia. El viernes pasado, fuimos a una conferencia sobre los sueños y su influencia en el desarrollo de nuestras vidas. Nos contaron varias historias, entre ellas la que os acabo de transcribir. Según la Psicología profunda, nuestros sueños nos dan pistas para ayudarnos en nuestro desarrollo en las distintas etapas de nuestra vida. Después de la conferencia de la Academia de Cultura Walter Odermatt, bastante inspiradora por cierto, a uno le da por hacerse la pregunta de siempre: ¿Qué fue antes: el huevo o la gallina? ¿Tengo sueños que me ayudan a solucionar mis problemas como un mensaje de mi yo profundo subconsciente que es infinitamente más sabio que mi yo despierto consciente? ¿O tengo sueños que reiteran la angustia y preocupación que siento por las cosas que me suceden a lo largo del día pero no tienen mayor importancia en el desarrollo de mi ser?
Según esta charla, la opción acertada es la primera. Nos compararon con una semilla, de la cual sale una determinada planta; por ejemplo, un rosal. En las mejores condiciones, el rosal será fuerte y hermoso, colorido y aromático con duros tallos, verdes hojas y desgarradoras espinas. La semilla lleva consigo la esencia del rosal. Nuestro subconsciente, mientras dormimos, intenta mandarnos mensajes para que tomemos las decisiones más acertadas en cada momento de la vida. Para ello utiliza símbolos que hemos de saber descifrar. Me parece curioso que nuestro cerebro genere símbolos que se nos hacen ininteligibles a nosotros mismos. Si nosotros generamos un jeroglífico, deberíamos de tener la clave para descifrarlo escondida entres las neuronas. Cada noche tenemos cinco o seis sueños distintos, que tratan sobre un mismo tema. Debemos hacer un esfuerzo por recordarlos para intentar recordar lo que nos han tratado de transmitir. Hace un par de noches, soñé en dos momentos diferentes que me quedaba sin oxígeno buceando y que me quemaba la piel al sol en la playa… Me ahogo, me quemo… ¿Estrés? Esa es mi apuesta. Pero quién sabe. ¿Y si no lo sé yo, quién va a saber descifrarme sin la Piedra Rosetta de mis enigmas? Sensaciones, ilusiones, problemas sin resolver, deseos, amores, desamores, inseguridades, momentos que hemos vivido con especial intensidad en un día… Muchas facetas se mezclan en los sueños.
Es una buena idea apuntar los sueños cuando te acuerdas de ellos, para analizarlos con tranquilidad a lo largo del día. Ahora que lo pienso, Salvador Dalí hizo carrera de esta idea, sólo que en vez de escribirlos los inmortalizaba en cuadros que nos han quedado como herencia al resto de la Humanidad. Al igual que los sueños, los cuadros de Dalí sólo tenían sentido para explicar lo más oscuro y profundo de su persona. Éste es el caso de un cuadro suyo que me gusta especialmente, y tenemos la suerte de tener en el Museo Reina Sofía: “El gran masturbador”. 

Este cuadro lo pintó Dalí en 1929 en Cadaqués, después de una visita de su amigo Paul Eluard y su mujer Gala. Dalí había quedado totalmente prendado de Gala, y fue en aquella época cuando tuvo sus primeros encuentros amorosos con ella. Este cuadro está lleno de símbolos que hablan del estado de ánimo de Dalí en aquellos días. Para empezar se representa en un autorretrato con una gran nariz y escaso pelo. Su ojo está cerrado, pues duerme. Todo el cuadro habla de sus pensamientos hacia la situación de Gala. Las plumas de colores que recuerdan a la cola de un pavo real, son su celo de macho. En león, el deseo carnal. Los contrapesos que aparecen arriba, pueden simbolizar la sensación de culpa que sentía Dalí por estar traicionando a su amigo Paul Eluard amando en secreto a su mujer. La mujer que aparece de perfil con una cala que simboliza su pureza, dirige nuestra mirada a las partes íntimas de un hombre del que sólo vemos sus piernas. Lo más interesante de este cuadro son esas heridas que presentan las piernas. Esas heridas se produjeron en momentos íntimos de Gala y Dalí en las rocosas playas de Cadaqués. Si uno se fija bien, se ve a los dos amantes en la parte inferior del cuadro, abrazándose en la playa al lado de unas rocas. El gran saltamontes que aparece colgado de la cabeza del durmiente representa el miedo (Dalí temía a los saltamontes y a las hormigas) a no volver a ver a Gala, la mujer de la que se había enamorado locamente. Ese miedo a la soledad se materializa también en ese hombre que se ve frente al mar en el cuadro. Como vínculo con la realidad, Dalí simboliza un gancho que le agarra como un cebo de pescador a su vida, a la que volverá cuando su consciencia tire de la caña de pescar. 

No sé si Dalí soñaba de verdad estos símbolos, o de tanto estudiar a Freud se le ocurrían mientras pintaba. Nunca podremos saberlo. Lo cierto es que es interesante pensar que cada sueño tiene un significado. Que cada pensamiento tiene un por qué. Es alentador pensar que dentro de cada uno de nosotros hay una voz interna que manda mensajes a nuestro subconsciente de forma codificada para que lleguemos a desarrollarnos totalmente como personas. Este pensamiento me hace pensar que hay orden dentro del caos. Que no todo es tan aleatorio como parece. Que de manera inconsciente todos seguimos un plan. Desde luego, Dalí consiguió a Gala, y nos dejó constancia de su sueño en un cuadro maravilloso.

Yo ahora voy a ver qué sueño esta noche. Con un poco de suerte y un poco de imaginación, haremos del sueño una pista para hacer camino al andar.

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