viernes, 15 de junio de 2012

Kirchner, sombras de aire

Es difícil entender los gustos de las personas. A veces las cosas nos gustan o nos disgustan, pero no sabemos explicar por qué. Hay algo que no nos acaba de convencer, un detalle, un gesto, un color, algo que despierta nuestra antipatía o, por el contrario, algo que conecta con nosotros. Estas sensaciones las tenemos con todo lo que nos rodea: con lugares, personas, objetos, comida, marcas, días del año, colores... Y también nos pasa con los artistas.

Yo tenía un poco de manía a Ernst Ludwig Kirchner. Esta vez sí sé por qué. Aparecía en mi libro de Historia del Arte de 2º de Bachillerato como autor de un cuadro que se me antojaba muy inquietante; los personajes alargados y sombríos pululando como zombis en una ciudad que parecía del inframundo, la inestable perspectiva, los colores terciarios, las miradas vacías, las pinceladas violentas. Es un autor que se me antojaba hostil. Precisamente por esa sensación nunca me he dedicado a investigar en su obra en profundidad. Me quedé con ese recuerdo sombrío del expresionismo alemán en la figura de este autor. Y eso es lo malo de los gustos: hacen que creemos etiquetas que ponemos a las cosas, personas, lugares, comidas, o lo que sea, y nunca más (salvo en muy contadas situaciones) volvamos a darles una oportunidad. Una de esas escasas ocasiones se dio cuando vi que había una exposición sobre Kirchner en Madrid, y decidí ir a verla para ampliar mi visión (obviamente muy limitada) sobre su obra.

Esta es la página del libro de Historia del Arte y el cuadro al que me referí antes  (aún lo conservo, porque es un buen libro de consulta). Los post its eran y siguen siendo mis esquemas mentales para estudiar. Es una buena técnica de estudio, para los que estéis estudiando ;)

En esta exposición de la Fundación Mapfre, Kirchner se nos presenta como un pintor de contrastes, muy influido por su época y por el ambiente que le rodeó en su vida. Fue un artista que experimentó con técnicas muy diferentes, y buscó su alma y su expresión más íntima hasta el final de sus días. No sólo he conseguido cambiar mi visión de este artista: he descubierto que, como personas, tenemos mucho en común.

Como la mayoría de los artistas de vanguardia (y la mayoría de los artistas a lo largo de la historia del arte), Kirchner se vio atraído por la ciudad en su juventud.  Vivió en Dresde y Berlín años muy intensos e influidos por la gran ciudad, sus relatos y habitantes. Kirchner se encontró en la dicotomía en la que nos encontramos todos a lo largo de nuestras vidas: el frenesí de la ciudad que no duerme y nos alimenta con su actividad insomne y febril, o la tranquilidad del campo, la conexión con la naturaleza y la paz interior que nos transmiten los paisajes y la vida rural. ¿Nunca habéis sentido la tentación de ir a vivir a un rincón tranquilo del mundo? ¿A un lugar donde la vida sea menos complicada, menos cara, menos sofisticada? ¿Donde lo superficial ya no importe y la vida se resuma a nuestra conexión con la naturaleza, con los demás y con nosotros mismos? Yo he sentido muchas veces esa necesidad. La revivo cada año cuando me voy de vacaciones a algún pueblo casi desconocido cercano al mar o a la montaña, pero que parece no verse contaminado por el estrés y el ritmo de las ciudades. Cuando uno está allí y se desconecta del frenesí de la gran ciudad, cuando consigue salir del proceso de desintoxicación, simplemente se quedaría allí toda la vida, contemplando el paisaje, reflexionando y viendo el tiempo pasar. 

Kirchner no sólo vivió en esta bifurcación de caminos toda su vida, sino que dejó buena constancia de ello a través de sus obras. Quién diría que es la misma mano la que realizó obras tan diferentes como las que siguen:


"Cinco cocottes en la calle" Kirchner 1914
"Cinco cocottes en la calle" 1914

"Valle del Serting en otoño"  Kirchner 1925-26
"Valle del Serting en otoño" 1925-26
Pues sí, son del mismo autor; claro que en momentos muy diferentes de su vida. La primera obra es una xilografía (grabado en madera), que retrata los caricaturescos y oscuros personajes de la ciudad de Berlín entre los años 1911 y 1915. Los excesos de la ciudad (demasiado trabajo, demasiadas drogas, demasiada actividad) acabaron haciendo mella en el artista y en su personalidad, y tuvo en 1915 una crisis que le obligó a recuirse en diferentes sanatorios de Suiza y Alemania. En 1917 se trasladó a Davos, la ciudad más alta de los Alpes suizos. Allí viviría veinte años de su vida, retratando los paisajes y la vida rural. Lo curioso es que este cambio de aires, influyó definitivamente en Kirchner. No sólo en los motivos de sus cuadros, que pasaron a ser retratos de la vida alpina, sino que también se calmó su pincelada, y su paleta se volvió más optimista. Kircher es un autor que nos sirve para ilustrar lo definitivo que es el ambiente y la época que le toca vivir a un autor para explicar y comprender su obra.
Si no hubiera sido por esta etapa en los Alpes, estoy bastante segura de que Kirchner no hubiese encontrado la paz interior para desarrollar su "Nuevo estilo", en el que se inspiró en las técnicas de bordado y en la tapicería alpina, así como por la influencia de los nuevos movimientos de vanguardia con los que seguía en contacto (cubismo, fauvismo, abstracción). Estos cuadros de su última etapa me parecen exquisitos en cuanto a composición y cromatismo, y el concepto es muy original. Son cuadros que pueden servir para explicar la evolución paulatina y constante del arte figurativo en pos de la liberación del motivo realista: la abstracción.

"Desnudo en Naranja y Amarillo" Kirchner 1929-30
"Desnudo en Naranja y Amarillo". 1929-30
"Gran pareja de enamorados. Matrimonio Hembus" Kirchner 1930
"Gran pareja de enamorados. Matrimonio Hembus" 1930

"Mujer rubia con vestido rojo. Retrato de la señora Hembus";Kirchner 1932
"Mujer rubia con vestido rojo. Retrato de la señora Hembus" 1932
La evolución de Kirchner es muy sorprendente. Pasó de superficies llenas de nerviosas pinceladas, que traían a la mente a Van Gogh, con abundante materia, perspectivas claustrofóbicas y personajes temibles, a cuadros llenos de armonía, pureza y geometría. Esta etapa es muy poco conocida, pero me parece muy interesante. Es el retrato de la paz interior, esa que todos andamos buscando en la vida.

Kirchner definió la creación como un campo de batalla, que le recordaba al entrenamiento físico. Lo cierto es que su vida fue un entrenamiento y una búsqueda continua. Le tocó vivir años difíciles. Durante el nazismo, 639 de sus obras fueron consideradas "arte degenerado" y fueron retiradas de los museos alemanes.  Kirchner fue expulsado de la Academia de las Artes prusiana. En 1938, cuando Austria se une a Alemania, Kirchner teme la invasión de Suiza, destruye parte de su obra, y se suicida tal día como hoy, un 15 de junio. Fue enterrado en el cementerio de Davos, el paisaje que le dio paz interior, y veinte años de tranquilidad. 


Como he dicho más arriba, hay algo en las primeras etapas de Kirchner que recuerda a Van Gogh. Algo en sus pinceladas, en su nerviosismo, en su forma de transmitir. Esa tensión interior se demostraban en los autorretratos que sendos artistas se realizaron. A mi entender, la paz que Kirchner encontró en los Alpes le dio la tranquilidad necesaria para seguir viviendo y pintando durante 21 años más que Van Gogh, quien decidió dejar este mundo a la edad de 37 años. Esta decisión de Kirchner hizo que llegaran hasta nosotros las obras de su madurez como artista. Hoy, 74 años después de su muerte, en el día de su aniversario, quiero homenajear a este artista y animaros a que conozcáis su obra, una obra llena de su alma, de sombras de aire. Muchas veces la revisión de etiquetas y gustos personales, nos trae estupendas sorpresas.





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