martes, 19 de junio de 2012

Mi Hogar está donde Tú Estés



Hace unos cuantos años, algo así como sesenta y dos,  allá por 1950, ninguno de los transeúntes que caminaban por Gran Vía aquella mañana imaginaba que en una de las terrazas que vigilan una de las arterias principales de Madrid, un 16 de junio del lejano año 2012, una pareja de enamorados iba a celebrar su enlace matrimonial justamente allí, sobre sus cabezas. 

Una foto antigua como la de arriba pero ampliada, es uno de los regalos que le he hecho a mi hermano ya su mujer por su boda. Así recordarán dónde celebraron sus primeras horas juntos, con todos los testigos que vinieron a la boda. Es lo extraño de este mundo. Las personas vamos y venimos, pero los lugares permanecen.


Mi hogar está donde tú estés

Ya os conté en otro post hace algunos meses cómo fue la proposición de matrimonio de mi hermano. La idea me pareció genial, igual que el corto que su mujer elaboró al respecto. Siguiendo con esta idea, me apetecía crear una imagen que hablase de este gesto de amor, tan único, tan cinematográfico, y tan inolvidable. Así que escogí una frase que me encanta, y la conté con el mismo método que utilizó mi hermano para su proposición: las letras del juego de mesa Scrabble. 

"Mi hogar está donde tú estés"

Esta frase me encanta. Uno se siente en su hogar cuando está cómodo. Cuando llegas a casa dejas el portátil a un lado, te quitas la ropa de trabajo, te desmaquillas, te quitas los zapatos, te duchas, te pones el pijama, y de alguna forma te da igual la fachada, la imagen de cara a los demás, porque no tienes que llevar ninguna máscara cuando estás en tu hogar. Ese hogar existe físicamente, y también existe con tu pareja. Suena a tópico, pero no lo es. Uno se da cuenta de que no lo es, cuando experimenta en su propia vida lo que es estar enamodrado de alguien y ser correspondido. Cuando, en el día más difícil, más hostil, en ese día en que no te aguantas ni a ti mismo, ahí está tu pareja para sonreir y decirte que te quiere. Y lo que era tan malo, de repente se vuelve menos importante. Siempre quedará nuestro hogar. Nuestro hogar no son cuatro paredes, son las personas que nos hacen sentir cómodas con quiénes somos. Las personas que nos dan amor incondicional. Las que encuentran en nuestros defectos motivos por los que amarnos un poco más. Las personas que nos permiten quitarnos la máscara que siempre llevamos delante de nuestras caras para sentirnos menos vulnerables. Por eso yo creo que al contraer matrimonio con alguien le estás mandando este mensaje: quiero que seas mi hogar para el resto de mi vida. Allí donde tú estés, yo encontraré cobijo. Donde tu estés, me sentiré bien, podré ser yo misma, encontraré la paz. Ese mensaje me parece el fundamento de una pareja, y decidí montarlo en una foto con el mismo juego que mi hermano escogió para hacer la gran pregunta. Él preguntó "¿quieres casarte conmigo?". También podría haber preguntado "¿Quieres ser mi hogar el resto de mi vida?".

3 comentarios:

Loreto dijo...

Me ha encantado esta entrada y me parece que tienes mucha razón en lo que dices. Perdona por no comentarte antes es que he estado muy liada y mañana tengo que contarte una cosa muy importante. Un besazo.

cuñi dijo...

Mira que eres bonita por fuera, pero todavía más por dentro.

...nai... dijo...

Me encantan vuestros comentarios. Lo que más me gusta es tener una cuñi que firme como cuñi (porque ya tengo cuñi!!!), y que sea más maja que las pesetas :)