miércoles, 18 de septiembre de 2019

¿Pensando en qué?

Bueno, pues hace ni más ni menos que 3 años y 8 meses (¡WOW!) que tengo esto parado no, PARADÍSIMO. Y en este largo tiempo (que aquí salta de una entrada a otra como si tal cosa, pero casi 4 años es MUCHO TIEMPO) digamos que mi vida se ha dado la vuelta como un calcetín. Allá por el 2016 fue el año en que perdimos a mi suegro, que ahora es una estrellita que nos cuida desde el cielo (o desde la vuelta de la esquina, no lo sé 💫). Para cuando escribí el último post ya estaba casada con el amor de mi vida, pero aún no sabía que en unos meses iba a quedarme embarazada del siguiente amor de mi vida: mi primer hijo. Mi chiquitín nació las Navidades siguientes a escribir esa entrada. Y aunque fue un bebé deseadísimo, no teníamos ni idea de qué manera iba a cambiar el ritmo y la dirección de nuestras vidas para siempre. Desde que soy mamá tengo poco tiempo de ir a exposiciones y reflexionar sobre arte, la verdad. Entre la logística que significa salir de casa cuando vives en las afueras, y luego que la edad de los enanos todavía no ayuda, tengo que confesar que creo que he ido a 4 exposiciones en casi 3 años. ¡Ah! Y he dicho enanoS, así en plural, porque hace cuatro meses volví a ser mamá de una bebota maravillosa que ha vuelto a poner patas arriba todo lo que creíamos que sabíamos. Eso es lo que te enseña la maternidad: a vivir el momento, a no dar nada por sentado, a vivir aprendiendo, a luchar. Desde que nació mi niña, siento la necesidad imperiosa de escribir, de hacer fotos, de dibujar (para esto no encuentro muchos momentos, porque no puedo hacerlo desde el móvil, y siempre que saco el material viene el Torpedín mayor, que así le llamamos en casa con mucho cariño, y quiere hacer de todos los dibujos arte colaborativo... Y eso está muy bien, a mí me encanta, pero el dibujo que tenía en mente nunca termina siendo lo que en principio estaba llamado a ser). Como mamá, una siempre tiene las manos llenas (pañales que cambiar,  comidas que preparar, compras que hacer, juguetes que recoger, planes que pensar, bebés que dormir, armarios que organizar...) pero el intelecto se queda a veces un poco en “stand by”. Casi por casualidad empecé, hace un par de meses, a compartir en Instagram descubrimientos, pensamientos, fotos, reflexiones y recuerdos que son una suerte de terapia par mí. En poco tiempo varias  personas (cercanas, y no tanto) me animaron a seguir compartiendo mi pequeño mundo, y en ello estoy. Hoy por hoy me mantiene viva y activa ir dejando pedacitos de mis días y mis reflexiones en las redes sociales. Los temas de los que hablo tienen mucho que ver con la maternidad, y también con las actividades artísticas que voy haciendo con mis enanos. Así que he pensado compartir también algunas de esas reflexiones en este espacio. ¿Por qué no hacer de este  blog un espacio que vaya creciendo conmigo, por el que pasen los años y cambien los temas de interés como pasa en la vida de cualquier persona? Las Agujetas Mentales las sigo teniendo, las he tenido siempre. La pregunta ahora es ¿pensando en qué?


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